カトリック元町教会

Paso por aquí cada vez que voy a Hakodate. El paisaje urbano que lo rodea también es hermoso, y cuando entras, no puedes evitar admirar todo, desde el techo hasta las decoraciones de las paredes. En realidad, me encantaría poder tomar fotografías del interior, pero definitivamente lo recordaré antes de volver a casa.

Por supuesto, el exterior es maravilloso, pero los vitrales y la lámpara de araña del atrio también son maravillosos. (No se permiten fotografías desde el interior de la habitación).
En la pared cuelga un monumento a la historia de Jesús y la atmósfera en la habitación es desgarradora.
Está iluminado por la noche y es aún más hermoso.

Se encuentra entre las iglesias de Motomachi, en el lado derecho después de subir a Daisanzaka. Llama la atención la veleta y las vidrieras de la parte superior de la torre octogonal. El exterior era muy hermoso y quedé muy satisfecho con el exterior, pero un local me recomendó que entrara, y cuando entré, vi una estatua en la pared que nunca antes había visto. Se dice que el altar central, el altar lateral y los 14 viacrucis en ambas paredes son los únicos en Japón que fueron un regalo del Papa Benedicto XV.
Las estatuas de las paredes eran más conmovedoras que las pinturas. Había muchas cosas que ver.
Además, como me dijo un local, había una estatua de María de Lourdes detrás de la iglesia.
Quería ver esta iglesia desde varios ángulos.
La iluminación nocturna también estuvo encendida hasta las 22:00 horas.

Lamentablemente no pudimos entrar pues llegamos después de las 4pm, hora de cierre. Al menos pudimos observarla por fuera y es pequeña pero de buena vista. Ubicada en la zona antigua de la ciudad y hoy en día creo la más hermosa. Se respira mucha historia alrededor. Está frente a la iglesia ortodoxa rusa, también de buen ver.

No es muy grande ni gran cosa, pero fue una de las primeras iglesias católicas en Japón tras el levantamiento de la prohibición a esta religión en el país, así que su importancia histórica es grande. Tiene 14 esculturas de madera junto al altar que fueron entregadas por el Papa Benedicto XVI.

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